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¡Estos equipos de fútbol que lograron la hazaña! 3/4

En un fútbol donde se habla a menudo de los mismos clubes, los mismos nombres y las mismas estrellas, es fácil olvidar que las gestas más hermosas no siempre nacen donde uno las espera. Para recordar que un grupo unido, proveniente de un “pequeño” campeonato, puede hacer tambalear el orden establecido. Para demostrar que, incluso sin brillo ni glamour, un club puede escribir una página eterna en la historia europea. Esta serie en cuatro episodios repasará los mejores recorridos de un club en Europa. Y en este tercer episodio, hablaremos del sorprendente trayecto del Montpellier Hérault Sport Club.

2011-2012 : Montpellier, el que derribó a los gigantes.

En una liga habitualmente dominada por pesos pesados como París, Marsella o Lyon, el Montpellier Hérault Sport Club era el outsider silencioso. En 2011, el club de Louis Nicollin iniciaba apenas su tercera temporada consecutiva en la Ligue 1, tras haber ascendido desde la Ligue 2 en 2009. Sin un presupuesto descomunal, sin estrellas globales, sin ambiciones desmedidas: Nicollin solo aspiraba a terminar entre los siete primeros.
Pero a veces, el fútbol va en contra del guion. A veces, la audacia, la unión y el corazón valen más que millones.

Un Título Caído del Cielo

Aquella temporada, la Ligue 1 ya tenía su protagonista principal: el nuevo PSG, impulsado por el dinero catarí. Lille, vigente campeón, junto con Marsella y Lyon, completaban el elenco de favoritos. Mientras tanto, Montpellier avanzaba en silencio… al principio discretamente, luego haciendo cada vez más ruido.
Excepto por una caída momentánea al 4.º puesto tras perder ante el PSG (jornada 8), los Pailladins no abandonaron nunca la parte alta de la tabla. En la jornada 29 tomaron el liderato… y no lo soltaron más. Partido tras partido, resistieron, lucharon, ganaron incluso con sufrimiento, pero siempre impulsados por una fe inquebrantable.
El título se confirmó en la última jornada: Montpellier fue campeón de Francia por primera vez en su historia.
Una explosión de alegría. Una temporada de ensueño. Y por fin, Europa.

Hombres Comunes, una Victoria Extraordinaria

En el banquillo, un hombre a menudo ridiculizado pero profundamente respetado: René Girard, de 58 años, impuso un 4-3-3 duro e inteligente. Ofensivo sin locuras, sólido sin encerrarse atrás.
En el campo, la química era perfecta. Arriba, Olivier Giroud marcaba goles sin parar y terminó como máximo goleador de la Ligue 1. A su lado, el mago formado en casa Younès Belhanda brillaba con su clase. En el mediocampo, jugadores como Stambouli, Estrada y Saihi mantenían la estructura. Y en defensa, la experiencia hablaba con Vitorino Hilton, fichado ese verano, y un Mapou Yanga-Mbiwa en plena ascensión.
Sin olvidar al banquillo, ni a los ojeadores que, con pocos recursos, supieron encontrar piezas clave como Henri Bedimo. Todos remaban en la misma dirección. Y ese era el secreto.

Humildad, Cohesión… y un Toque de Locura

Montpellier era la definición de equipo puro. Sin egos por encima del club, sin divas mediáticas. Un grupo construido a base de intuición, cantera y paciencia. Un vestuario unido, un ambiente familiar, y un presidente carismático, entrañable y fiel a sus valores: Louis Nicollin, el eterno padre del club.
En el campo, cada jugador parecía jugar por el escudo, por el compañero al lado, por la historia que estaban escribiendo. Había talento, claro, pero también intensidad, fuerza mental y un espíritu de equipo difícil de encontrar.

El Fútbol No es Solo una Cuestión de Dinero

La temporada 2011-2012 del MHSC fue un recordatorio saludable en un mundo del fútbol cada vez más marcado por el lujo y el espectáculo. Es la prueba de que todo sigue siendo posible. Que incluso un club “normal” puede desafiar a los reyes si los planetas se alinean, si el trabajo se hace bien y si la pasión es verdadera.

Montpellier demostró que nunca hay que subestimar a un club solo porque no esté “hecho para ganar el título”. El fútbol es un deporte donde la emoción aún puede imponerse al dinero. Y por eso lo amamos.

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